ENTREVISTA A ELBA SISTO
“Creo que el trabajo es lucha, y si una lucha nada es imposible “
Esta compañera, trabajadora de PSA (Personal de Servicios Auxiliares) se jubila en unas semanas. Antes de que suceda charlamos con ella para que nos cuente su historia en estos 33 años de servicio. Un relato que emociona y describe su llegada al barrio, su vínculo con el Padre Currulef, y grafica la dedicación y fortaleza de esta vecina que deja de trabajar, pero seguirá siempre presente en la escuela de Virgen Misionera.
_¿Cómo te definirías?
_Me llamo Elba Sisto, tengo 60 años y soy una persona luchadora que a lo largo de la vida tuvo que enfrentar diferentes desafíos que no han sido fáciles, pero no imposibles. En esta etapa de la vida siento que logré un montón de cosas. Sin dudas que ahora para mí comienza otra vida donde me toca disfrutarla, porque el trabajo lleva su tiempo, hay que estar presente y cumplir. Ahora voy a descansar y disfrutar esta jubilación.
Nací en 1956 en Don Bosco y Brown, centro de Bariloche y como mi padre era empleado de Parques Nacionales pasamos por diferentes viviendas; viví en Isla Victoria, en el cerro Catedral y Puerto Moreno donde tuve mi primer hijo a los 15 años.
A Virgen Misionera llegué en el año 92 y me vine a instalar a un terreno que conseguí por intermedio del equipo Pastoral de Tierras, donde pude armar una casa de 3 x 3 metros. En ese momento ya tenía 4 hijos y estaba embarazada de la quinta con solo 25 años y casi no tenía trabajo. Recibía un dinero de Desarrollo Social porque estaba en muy malas condiciones.
_¿Cómo empezó tu relación con Gente Nueva?
_Cuando vine a inscribir a mi hija a este colegio en primer grado, su director de entonces Claudio Simari, me invitó a ser madre voluntaria, porque esta escuela todavía no tenía servicio de porteros, ya que no tenía asignados los cargos. Había una sola persona que recibía un sueldo a través de un subsidio y necesitaba más manos. Así que ni bien comenzaron las clases empecé a venir y cumplir horario de trabajo durante varios meses, hasta que le equipo directivo me ofreció el puesto de portera ya que quedaba un puesto vacante.
Creo que con el tiempo me gané su confianza mientras gestionaban ese cargo de titular de servicio de PSA. Así que a fines del 93 me llegó el cargo. ¡Recuerdo que con el primer sueldo pude comprarme mi primer lavarropa y a dejar de comprar pañales de tela y usar los descartables para mis hijos!.
_¿Cuándo conociste al Padre Currulef?
_Siempre digo que entré con el pie derecho a este barrio porque se me empezaron a dar las cosas. Y creo que mucho tiene que ver su gente. Entre ellos el Padre Currulef, quien me propuso recibir en mi casa a una virgen que visitaba los hogares, donde los fieles se acercaban a dar una misa. Dije que sí y trajeron la virgen a mi casa de 9 metros cuadrados, donde vivíamos mis 4 hijos y yo, porque a mi hijo más grande me ayudó a criarlo mi madre y ya vivía con ella. Recuerdo que dormíamos todos en una cama de una plaza.
La cosa es que cuando vinieron a dar la misa a mi casa, los vecinos no entraban porque era muy chico el espacio, y fue cuando el Padre se emocionó con mi situación y propuso incluirme en el grupo que se benefició con “Un techo para mi hermano”. Currulef ha sido una persona muy importante, porque si bien no tuve demasiado vínculo, admiré siempre lo que hizo en este barrio, como por ejemplo invitarme expresamente a su cumpleaños a su casa. En un momento me ofreció ayudarme a criar a mis hijas más grandes. Yo me negué porque si bien estaba en muy mala posición, no podía separarme de mis hijos. Creo que eso hizo que él admire mi fortaleza. Es que mi mundo siempre fueron mis hijos, nietos y bisnietos.
Ahí empezó a cambiar mi vida: trabajo, casa, terreno, todos mis hijos en jardín y después en la escuela, primaria y secundaria, y hasta yo pude cursar la escuela para adultos en el Jaime de Nevares. Es por eso que valoro el trabajo que se hace en esta Fundación, que muchas veces es a pulmón y se logran cosas que no vi en ningún otro lado. Estas escuelas brindan muchas cosas y nosotros más allá de ser parte de su personal, ponemos nuestro granito de arena para que esto funcione y siga creciendo. Es muy importante eso. Para mí es un grupo de personas que están bien organizadas para llevar esto adelante y brindar el servicio que se mantiene hace tantos años.
_¿Crees que cambió esta institución con el tiempo?
_El espíritu de crecimiento, solidaridad, de unión, sigue siendo el mismo que dejó el Padre y hace posible que esto se mantenga y haga sentir bien al que venga, cuidado y contenido. Y está bueno que eso lo sepan los padres que dejan a sus hijos en este lugar.
Soy una persona de carácter fuerte, y me gustan las cosas en su lugar. Creo que he sido exigente con este espacio y con las cosas justas y en algún momento me han costado peleas y enojos. Creo que el trabajo es lucha y si una lucha nada es imposible. No puedo decir que no sentí cansancio de las diversas funciones específicas de PSA que es hacer la limpieza general de la escuela. Mis 33 años de trabajo principalmente trascurrieron en limpiar baños, ordenar aulas, hacer desayuno o merienda, lavar las tazas barrer patios o destapas cloacas. ¡Recuerdo que aquí hasta desarmábamos y arreglábamos calefactores Y pintábamos paredes!.
_¿Qué es lo que viene?
_Lo que quiero transmitir es que me voy del trabajo, no me voy de la escuela, porque cada una de estas paredes hablan mucho de mí persona. Esta escuela educó a mis hijos, y a mí. Ahora quiero disfrutar la vida, de mis hijos que dejé un poco de lado durante muchos años y quisiera seguir siendo parte de alguna manera de esta institución que me brindó tanto: sea cocinar, recaudar, organizar, que cuenten conmigo. Quiero estar siempre, no se olviden de mí.
La entrevista va llegando a su fin. Afuera de esta aula donde nos encontramos la esperan dos docenas de familiares de Elba, de todas las edades que se congregaron para saludarla en este día. Una de sus hijas vino desde Formosa para la ocasión. Elba traga, hace un respiro en la charla como si quisiera que esas emociones que tiene dentro no broten, no se derramen, mientras dice que esta organización es sinónimo de fortaleza. Ella tiene razón: definitivamente estas paredes hablan mucha de ella.
